Este proyecto fusiona lo rústico y lo moderno en una casa de campo, ubicada en una zona rural. La transformación se centró principalmente en la fachada, que desde la entrada impresiona con elementos decorativos como tejas, ventanas rústicas y molduras, creando una estética campirana pero contemporánea. El diseño interior se distribuyó considerando siempre la conexión con la fachada, con ventanas estratégicamente ubicadas para ofrecer vistas encantadoras desde cada habitación. Los acabados reflejan una paleta suave y acogedora, utilizando blancos, tonos grisáceos, beiges y toques naranja ladrilloso, como terracota. La jardinería desempeña un papel vital con flores en tono amarillo que aportan vida al conjunto y se integran armoniosamente con las tonalidades elegidas. Este espacio campirano no solo representa un diseño estético, sino también un ambiente relajado y acogedor para disfrutar en familia.